lunes, 23 de agosto de 2010

Un reflejo de conciencia.

Rosse comía en silencio, sentada en el centro de su habitación, bajo aquél molino en el techo que tan afanosamente la refrescaba de día y de noche. Comía y se dedicaba a eso. De repente, pensó que mientras ella se alimentaba, otras personas sufrían y se retorcían por las crueldades de la vida, que son más numerosas que las estrellas del cielo. Y no era de asombrarse: siempre llega algún momento de sensatez y conmoción ante los malos actos humanos, y llegamos a un momento de sensibilidad infundida.

Ella se asomó a la ventana, y vio pasar a mucha gente que parecía caminaban involuntariamente ya, si no que movidos por un estrés y una rutina agobiadora, que aprisiona a quien cae en ella como la araña a su víctima. Rosse se conmovió, y su reflejo opaco en el cristal le dijo:

- ¿Te das cuenta que a esas personas que ahora ves ya están muertas? ¿Por qué te compadeces de ellas?
- ¿Cómo? ¿Muertas dices? – preguntó asustada.
- ¡Exacto! ¿O acaso las volverás a ver?
- No, creo que… no.
- ¡Lo ves! Ellas solo son un instante en tu vida, y ni siquiera hubieran ocurrido de no ser por que te acercases a esta ventana… No seas tonta. No les tengas lástima, has de caso que nunca existieron, por que de hecho…
- ¿De hecho?
- … Nunca existieron. Es más, ni siquiera tú existes.
- ¿Cómo que no existo? Deja de hablar mentiras.
- No es mentira, si existieras realmente, ¿por qué estas sola…?

La muchacha no respondió. Un sentimiento de ardor le recorrió el cuerpo y le corroyó el corazón, pero supo que aquél espectro tenía la razón. No encontraba que decir, que protestar. Perdió, y sin haber jugado. Lloró y se lamentó dentro de si lo infeliz que era.

- ¿Dices que las personas no existen si no que solamente viven?
- En efecto. Rosse, “la conciencia no es más que la evolución del instinto”… de nada salieron Adán y Eva comiendo de ese Benedicto fruto.
- ¡Claro que no! Pecaron.
- Ja ja ja, el pecado es lo de manos. Esa historia es solo un mito, mi querida Rosse. Fíjate en el simbolismo: El castigo del humano fue la misma recompensa, y todo por comer el fruto. Lo sabrás…
- ¿Conocer el bien y el mal?
- Conocerlo y diferenciarlo, sí. Y ¿cómo se le llama a eso si no “conciencia”?
- Tienes razón. Antes no eran concientes. Pero luego esa cosa vino a aturdir al humano… -Dijo la muchacha, con tono de resignación.
- Ya vas comprendiendo, ya vas comprendiendo… “La vida no es mas que la madriguera de un lapso que pasa sin que se pueda medir”

Ella dio unos pasos atrás, horrorizada, con miedo, y con esa infinita sensación de encontrarse en un Túnel estrecho. Sabía que todo había sido revelado.
- Suéltame de una vez, que nada te debo, conciencia… -gritó enfurecida ya, harta de no saber, frustrada de tener que perecer con ese tormento.

Rosse calló. Se retiró de la ventanilla luego de contemplar su hermoso rostro durante algunos minutos, por que comenzó a llover, y no le gusta verse llorar.
Se quedó pensando en aquella conversación con nadie. Se sentó de nuevo bajo el abrigo de su gabán, con el plato de avena en las piernas, y acabó de comer un tanto mas tranquila.

Se acostó luego. La noche entró como la ladrona que es, a arrebatar el brillo de los ojos de la joven. Y sucedió que ella quiso comer de aquella fruta prohibida, pero su instinto mismo se lo impidió esta vez…

Ahora está así… tan callada, acostada bajo el molino en el techo que le resopla las pálidas mejillas, pensando en que quizás, nunca existió para nadie…

2 comentarios:

  1. Interesante historia amigo ¿de donde la sacaste?

    Y la verdad es que es interesante, ya que en esa pequeña historia tocaste algunos aspectos filosifico, como el de "existir" y el de "vivir" y tambien el de el bien y el mal...

    Un post muy interesante amigo =D

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  2. Me encantó!! Me hizo pensar en muchas cosas.
    Una entrada buenísima! Es un gustazo pasar por aquí :)
    Un beso Ramón!

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