¡Ah! Soledad maltrecha de recuerdos,
Vanidad iracunda de mis derrotas
¿Dónde pusiste mi amor?
Que estas horas vienen a rastras,
Y tocan mi puerta sin ser invitadas.
No hay más lunas llenas:
La noche se ha quedado ciega;
Y los océanos bailan un vals
Tan sutil con el vaivén de sus olas.
Miles de luces frenéticas
Buscan en mi corazón una sombra,
Un túnel, un muelle donde cobijarse.
Allá, en aquel abismo en el que nacen
Los sueños, quizás puedan encontrarlo.
Y allí está, como si nada,
Sentada la vida misma.
Esperando la señal, el sagrado canto.
Sumergida así, tan en su llanto…
Manchando con acuarelas de cristal
La imagen del futuro a andar.
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