jueves, 11 de noviembre de 2010

El Valet y la sombra.

Aquella vez, estaban ellos solos en el teatro, desnudándose al son de un exquisito Valet. Bailaban y podían reírse del mundo, ser dúo con la soledad. Pero ninguno se dio cuenta de aquella sombra que los observaba melancólica desde la graderílla; los observaba y recordaba que algún, día en vida, ella también tuvo un esposo con quien bailar, un teatro para desnudarse, un vals para saborear.

Pero la vida es así de injusta. Y aquella sombra derramó unas lágrimas más pesadas que su compasión. Tiempo después, los bailarines se percataron de que el teatro estaba en llamas. Buscaron frenéticamente una salida, pero todo estaba cerrado. Se resignaron y decidieron sentarse, y esperar la muerte, los dos, juntos...

Ahora están allí, en un graderillo calcinado, para la eternidad. Esperando una luz. Simplemente llorando penas ajenas.

1 comentario:

  1. Me hizo pensar mucho en el fantasma de la ópera ¡Corto pero placentero! Gracias por pasártela por mi blog, el tuyo está muy interesante. ¡Saludos! ☼

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