Ed bajo la lluvia.

Era aquel un día de esos en los que comienza a llover por la madrugada, y no se detenía hasta que las casuchas de los mas pobre se hubiesen hundido. Sí, estaba lloviendo y hacía un frío horrible. Sin embargo, Edward, que apenas tenía 10 años, salió a caminar con su felicidad de la mano, ansioso de mostrarle el aspecto de la ciudad cuando llovía de aquella forma...

O sí; anduvieron saltando en todos los charcos que se encontraban al paso, levantando gotas de todos los tamaños. Ed se mojó hasta mas no poder, pero como estaba demasiado a gusto con su felicidad, decidió seguir jugando, aunque fuera un rato mas...

Como siempre suele ocurrir cuando uno está contento, pasaron las horas a toda velocidad, como envidiosas de la alegría del niño; y Ed se había alejado demasiado de su casa, de la vista de su madre, quien solo por unos segundos se desentendió de él porque debía ir a prepararle algunas toallas para su entrada que se veía próxima...

Ed se había alejado porque estaba buscando contar las gotas que tan apresuradas caían del cielo, pero notaba que mas lejos caían mas, y debía acercarse para poder contarlas... su felicidad solo lo seguía, ya no le decía nada: ¿se estaría acabando?... ¡Infinitas muestras de egoísmo!

Mientras nadie lo cuidaba, un personaje desconocido se le apareció así, de la nada; y Ed se dió cuenta que su felicidad se había mojado tanto que se había convertido en miedo...

Su mamá muchas veces le había dicho que no debía hablar con los extraños, y se acordó de eso a la perfección, solo que, como es común en los niños pequeños, no obedeció:

-¿quieres jugar con migo? - dijo Ed, casi llorando...

Pero nadie contestó, quizás solo la bruma vestida de humo; y, pasados unos minutos, la mamá de Ed gritaba el nombre de su hijo bajo la lluvia, por que solo encontró a la felicidad sentada en un charco, y supo que era la culpable de que aquello hubiese pasado...

Ed ya no estaba, pero fué felíz...