lunes, 3 de mayo de 2010

El pesimismo I

El pesimismo siempre ha sido visto con malos ojos en nuestra sociedad, por el simple hecho de que se tiene un concepto vago, improvisado o lo suficientemente empírico y estúpido como para poder presentarse en la mayoría de personas; y no uno real y metódico, que los explique concretamente, si no, todo contraste.
Las mencionadas definiciones populares cuentan con todos los elementos para propagarse, difundirse e incluso establecerse en la mayoría de los habitantes de una comunidad (aunque pueden ser también regiones mas grandes).

Generalmente, el pesimismo es una conducta que tiene diversos comportamientos sicológicos: obviamente, la instrucción de la persona determinará esto, pero no tendrá una forma definida; el ostentar a cambios es representativo de los seres humanos, sobre todo de los que viven bajo la doctrina de la "racionalidad" - prometo escribir ya luego sobre esto - y poseemos una psicología analítica y perspicaz, para variar.

Si preguntamos a un grupo de personas una definición propia de pesimismo, es altamente probable que todos coincidirán en afirmar que el pesimismo es sinónimo de grosería, apatía, mal genio, enojo y, quizás, ego (aunque este si está realmente involucrado) y otras similitudes que apunten a un carácter pedante y brusco.
¡Pero están equivocados!

Si bien es verdad que la relación pueda existir, es realmente distante y no podemos incluir a todos los que se llamarían pesimistas (digo "llamarían" por lo que ya expuse antes: las personas “normales” (por no decir comunes) tienen un mal concepto del pesimista, y lo confundirían; de no conocer a alguien que sepa precisamente el significado de la palabra, solo uno mismo podrá declararse así –si se conoce-).

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